Hace un par de semanas terminé El Tercer Reich de Michael Burleigh, ensayo que escribe "una nueva historia" de la dictadura nazi. Nueva historia porque más allá de un relato historiográfico más o menos detallado, la obra rastrea el árbol genealógico de la ideología nacionalsocialista, expone de forma impecable el fundamental componente mítico o pseudoreliogioso de la misma, y analiza la masiva aceptación del credo nazi entre amplias capas de la sociedad alemana como sustituto de la religión tradicional, haciendo especial hincapié en el enfrentamiento nada velado entre el Régimen Nazi y las Iglesias cristianas protestantes y, sobre todo, católica.
Ahora he empezado la última novela de Antonio Muñoz Molina, que se titula La Noche de los Tiempos, en la cual asistimos a una historia de amor que nace en el otoño madrileño de 1935 y muere en el verano de 1936. No la he terminado aún, pero ya me atrevo a recomendarla. Creo que recupera la profundidad y honestidad en el análisis de nuestra tragedia, de la Guerra Civil, que encontramos en la trilogía de Jose María Gironella sobre la República, Guerra y Posguerra. El primer libro de dicha trilogía,Los Cipreses creen en Dios, se publicó por primera vez en 1953 y el último, Ha Estallado la Paz, en 1966 (si obviamos Los Hombres Lloran Solos, más tardía). Llevamos demasiados años oyendo historias de malos y buenos, demasiados años sufriendo la victoria de unos y la derrota de los otros. Agradezco libros de nueva generación, que superan decididamente la visión la Guerra como una historia de malos y buenos, y antes al contrario intentan ahondar en los delicados matices que encontramos en ambos bandos, teniendo en todo momento presente que la Guerra y las consecuencias de la misma son una tragedia para España y todos los españoles.En su novela, Antonio Muñoz Molina también trata dos ideologías como sustitutas de la religión, comunismo y anarquismo.
A propósito de estas dos obras, ensayo la primera y novela la segunda, os animo a discurrir sobre la naturaleza pseudoreligiosa de las dos grandes ideologías totalitarias del siglo XX, comunismo y nazismo, y de otra tercera que si bien no tuvo demasiada importancia en el resto de Europa, en España fue una de las que más ayudó a derribar la Segunda República Española, el anarquismo.
Quisiera resaltar que las estructuras del pensamiento apenas cambian.
La paradoja del Materialismo Histórico de Marx y Engels es que su doctrina, el comunismo, acaba por parecer una suerte de religión en la que es obligatorio creer. Marx, científico social víctima del paradigma positivista reinante en el XIX, cree haber descubierto las leyes que determinan el acontecer de la Civilización, y en función de las mismas se atreve a predecir el futuro de la humanidad de igual manera que un astrónomo puede predecir el movimiento de los planetas. Mutatis mutandis, el marxismo vulgarizado o comunismo acaba siendo una suerte de creencia milenarista; la revolución que superará al capitalismo es inexorable y no una acontecimiento que dependa de la coyuntura humana, y el advenimiento del Comunismo es inevitable. En base a ello, lo único que le queda al hombre es esperar el advenimiento de la Dictadura del proletariado, que es un sustituto terrenal del juicio final, previo al final de los tiempos, al paraíso en la tierra, a la llegada del Socialismo con el que viviremos en paz, felicidad y abundancia para siempre jamás. Al comunismo le ayuda su caracter internacionalista para triunfar definitivamente como sustituto del "opio del pueblo". Pensar que esta profecía, por qué no decirlo, revolucionaria-milenarista afectará a toda la humanidad, independientemente de la voluntad de cada individuo, tiene mucho que ver con la voluntad holística del Cristianismo. Y de hecho no tarda en establecer su propia "iglesia", La Tercera Internacional, y su "Papa", el secretario general del PCUS al cual obedecen sin rechistar no sólo los súbditos rusos, sino todas las sucursales en forma de Partidos Comunistas de cada país que reciben instrucciones directamente de Moscú.
El nazismo también tiene una cierta obsesión por el lenguaje científico de la época, sobre todo de la biología darwinista, pero tiene una diferencia fundamental con el marxismo: el advenimiento del "Reich de los Mil años" (el equivalente a la Revolución para los comunistas) no es inexorable. Antes al contrario, dicho advenimiento sólo vendrá impulsado por la determinación del pueblo alemán sabiamente guiado por su Führer, que es la encarnación del Volk, una comunidad que trasciende lo nacional para ir hacia lo espiritual. A efectos prácticos esto lleva a que todo alemán, por el hecho de serlo, debe trabajar en la dirección del Führer (según termino acuñado magistralmente por Ian Kershaw)para llevar a Alemania al lugar que por derecho le pertenece, esto es, como la nación dominadora del mundo. Y ese trabajar en la dirección del Fuhrer abarca toda la existencia del individuo, pública y privada. Ha de ejercer como alemán, vale decir como nazi porque son términos equivalentes en la mente de Hitler, ya sea en su profesión, ya sea como esposo o esposa, ya sea como vecino o ya sea como soldado.
Me hubiera gustado hacer algún comentario, con alguna pretensión mas sustanciosa, que el simple reconocimiento por tu loable intención de reivindicar el derecho a discrepar, entre otros varios derechos, en nuestra joven Democracia. Al menos valga, como exposición abreviadísima de lo que opino acerca de tu artículo que, como análisis, es sin lugar a dudas infinitamente más inteligente y en buena parte del mismo, más certero, que los tostones que cada noche nos suelta, el melodramático Hermann Tertsch, acerca del pasado histórico europeo.
ResponderEliminarTe animo a proseguir con tus análisis políticos del momento y aunque no siempre comparta tu exposición, sin duda los leeré con sumo interés y en la medida de lo posible, aportaré mis pequeñas reflexiones.
En todo caso da gusto escuchar (perdón en este caso leer), la opinión de verdaderos demócratas que subrayan la importancia de la POLITICA.